miércoles, octubre 07, 2015

Me llamo Rojo/ Orhan Pamuk

"Ahora estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo. Hace mucho que exhalé mi último suspiro y que mi corazón se detuvo pero, exceptuando el miserable de mi asesino, nadie sabe lo que me ha ocurrido..."

4 comentarios:

Rayco Cruz dijo...

Leídas unas setenta páginas, el libro me está gustando mucho. La historia es muy atractiva y los personajes bien definidos.

Rayco Cruz dijo...

Como no voy a poder ir esta tarde al grupo de lectura, comentar que, aunque me está gustando mucho, pienso que el autor se está distrayendo mucho con subtramas. Hasta tal punto, que a veces me cuesta seguir la trama principal.
Sigo con la lectura, que me está resultando muy grata.

Anónimo dijo...

Me gustó, aunque me costó un poco meterme en la trama, debido a que cada capítulo está escrito en primera persona y da una visión desde otro ángulo de lo mismo, pero cuesta un poco darse cuenta. Es un libro de historia: historia del arte y de la religión en una época y un país poco conocidos excepto por los especialistas. Es un libro de historias, de cuentos, casí: de una mujer, de un árbol, de un perro, de un color, el que da su nombre al libro, historias de amor, de costumbres, en un lugar donde viven unos al lado de otros personajes de distintas religiones y por tanto culturas.
Tiene tal cantidad de información que es un libro que habría que tener, si a uno le interesa el tema: los ilustradores musulmanes en ese país, en esa época. Deben de estar todos los nombres importantes y todas las querellas, que llevan a un asesinato. Este libro es también una novela policíaca: ¿quién es el asesino?
Es quizás demasiado largo, demasiado detallado, algo repetitivo y uno se pierde un poco. Es como un libro ilustrado con infinidad de escenas y detalles, donde no llega uno del todo a entrar en la emoción; los personajes estan algo estáticos, como pintados para siempre en un momento trascendente.

Anónimo dijo...

Orhan Pamuk
Yo me llamo rojo

Un revuelo de aromas, hábitos domésticos, costumbres sociales y dogmas, surge como una evocación de un pasado que envuelve a un lector atónito ante el contenido y la forma en que el escritor ha decidido mostrarnos una Turquía ancestral del siglo XVI:

Un galán y su amada se reencuentran después de doce años. La majestuosidad de un caballo blanco sujeto por las riendas de un apuesto amo, brinda una estampa iluminada ante los ojos semivelados de la amada.

Él, había decidido desaparecer al sentirse despechado. La vida le asignaría otros menesteres y le apartaría en parte del culto divino a su profesión. Pero la persistencia de sus recuerdos le conducen de nuevo a aquél pasado y comienza así su sino divino.

Ella, había seguido el paso de una vida marcada: costumbres familiares y sociales, conveniencias y entramados que iban frustrando ilusiones dejando paso al silencio y, éste, a los enmarañados secretos.

Del reencuentro esperado tan sólo quedaría el recuerdo vivo del amor y de la pasión.

Orhan Pamuk se introduce dentro de una espiral que él mismo hace girar mientras va originando un tejido denso a la vez que colorido. El lector llega a sentirse incluso «centrifugado» por la meticulosidad de sus descripciones y la curiosidad que éstas despiertan. Se podría decir que O. Pamuk está reflejando a través de su obra la labor de los maestros ilustradores que describe.

De todo el libro, lo que más llama la atención es la ceguera de los maestros ilustradores. La insistencia en relatar y resaltar algo tan ancestral asociándolo a la sublimación máxima de la pureza, resulta desconcertante en nuestros días. Es posible que deba entenderse como preservación de un conjunto de valores: la pureza, la verdad, la belleza, la dignidad e incluso el amor incondicional ante todo aquello que pudiera interferir en los designios creativos de la humanidad.

Gladys
julio 2008