lunes, marzo 16, 2015

El día y la noche. La luz y la sombra / Fidelina Saavedra López

    El día y la noche. La luz y la sombra.

 Alegrías y preocupaciones o tristezas; de todo eso construimos nuestra vida. Siempre vamos buscando soluciones o respuestas a las incógnitas que las circunstancias de cada día nos plantean. La adolescencia es una etapa posterior a la infancia en la que ya no se espera de los demás la respuesta al "porqué".

 Cada adolescente se pregunta una gran cuestión: ¿Por qué todo es de una determinada manera? ¿Para qué se hace esto o aquello de determinada forma? Se siente diferente, original y quiere encontrar la respuesta por sí mismo/a. Algunos se encierran en sí mismos, como Martina; otros salen fuera de sí buscando, preguntando, observando, descubriendo,... Se paran a mirar, a escuchar, a reflexionar sobre lo que oyen y van configurando su respuesta al "quién soy yo", "para qué estoy aquí".

 Y nos hacemos adultos y aún no tenemos la respuesta definitiva porque pocos llegan a conocer desde su interior quiénes son y cómo quieren que sea su vida, y lo intentan. La mayoría nos dejamos arrastrar por el devenir sin actuar de forma plena para dar respuesta efectiva a los deseos más profundos de nuestro ser.

 Martina sentía un vacío interior. Necesitaba confiar, abrirse, comunicarse, escuchar, decidir.

 Los golpes fuertes nos sacuden. Cuando ella descubre que su padre está en paro y ya no quiere seguir luchando para conseguir un puesto de trabajo, cuando su hermano le dice que ha tenido un accidente de tráfico y está metido en un lío. 
 "Ser adulto es estar parando balones todo el rato". Ser adulto es tener actitud.
 El adolescente aún no tiene actitud. Es en la adolescencia cuando se empieza a aprender a tener actitud.
 Martina deseaba un lugar donde estar con otros jóvenes sin que fuera necesario hablar sino estar, hacerse presente, ser reconocida. Esto me recuerda, en los años 70, los clubes parroquiales. Eran eso, un lugar, un salón donde los jóvenes podían ir, estar, hacer amigos, mirar, escuchar. No se les pedía ningún documento de identidad sino que se tenía una actitud de acogida.

 Martina dejó de centrar su pensamiento en sí misma cuando se dio cuenta que las personas que ella quería necesitaban su apoyo. Siempre es la solidaridad, el amor en sus distintas maneras de expresión lo que transforma la vida de las personas.

«Dormía y soñaba que la vida no era más que alegría. Me desperté y vi que la vida no era más que servir… Serví y encontré la alegría». (Rabindranath Tagore)

 Cuando los jóvenes se disponen a ser generosos, lo son sin condiciones. Tienen una energía especial cuando se empeñan en hacer un mundo más justo, más humano, más solidario.

 Para cada persona su proyecto, su ilusión, su aportación, es importante.

 El proyecto de Martina era muy significativo para ella y por eso pone todo su empeño hasta conseguirlo. A otros les puede parecer una chiquillada.

 ¿Consiguió lo que pretendía, los locales para jóvenes? No importa. Lo importante es que ella se atrevió a realizar aquello que ella deseaba. Todo lo demás: los problemas económicos de sus padres, el problema del accidente de su hermano, la salud del atropellado, deja de estar en este escenario.

 Martina ha pasado del egocentrismo a la acción transformadora.

Fidelina Saavedra López, es maestra jubilada y  miembro del Club de Lectura Liber


Deseo de ser punk / Belén Gopegui.-- 2ª ed. en "Compactos".-- Barcelona : Anagrama, 2011.
187 p. ; 21 cm.-- (Compactos ; 550)