Un multimillonario, tiburón financiero de 28 años, decide cortarse el pelo al otro lado de la ciudad de New York. Durante el trayecto surgen una serie de acontecimientos que ralentiza, y de qué manera, la llegada a la barbería. La Limusina Blanca en el que va, símbolo del capitalismo galopante, es el bunker que lo protege de los embates sociales de una sociedad futurista en la forma, pero sin futuro en el fondo. El interior del vehículo es donde se cuecen las historias, diálogos visionarios e incertidumbres que llevan al personaje principal a un destino incierto pero legitimado hacia la autodestrucción.
Éste es a grosso modo, el argumento aderezado de esta road-movie de Cronenberg.
Si hay un director que genere controversia, ese es David Cronenberg (Toronto-1943). Si hay un director de culto, ese es David Cronenberg. Sus biografías, películas o material documental, desaparecen de las bibliotecas al mismo ritmo que los Kerouac, Burroughs, Ginsberg y toda la Generación Beat. No hay mejor regalo para un friki que colocarle a su fetiche un cartel de prohibido, o en el caso de las bibliotecas, de "No Prestable". Para estos anómicos, la mejor forma de disfrutar una película de Cronenberg es hurtar la misma para, como dice un buen amigo cineasta, consumirla bajo los efectos de un par de cervezas. No hay mejor forma.
Para el resto de los mortales, Cronenberg es sesudo, provocativo, mórbido, fragmentario, díficilmente digerible pero con una capacidad de persuasión propia de los grandes del cine. En cierto modo, es de sentido común, pues su obra explora, o mejor, flirtea con una estética explícita, pero a su vez intimista que hace que sus flashes deslumbren en la oscuridad, no en el momento, pero sí con el tiempo, con mucho tiempo.
"Necesitamos una nueva teoría del tiempo" sentencia uno de los personajes femeninos de la novela "Cosmópolis", que DonDeLillo, su autor, pone en manos de Cronenberg. Si miro a la página de al lado, encuentro la respuesta que da el personaje principal, el porqué..."Existe un orden a nivel profundo...un patrón a la espera de que alguien acierte a descubrirlo". El gran logro de DeLillo es precisamente éste, mantener la tensión narrativa de una obra fragmentada, sin hilo argumental, ojear de delante hacia atrás y encontrar respuestas a preguntas que te hagas. Una obra proteica y aforística.
La versión cinematográfica es igual de literaria pero despojada, sin piedad, de humanidad. Personajes neutros, sin alma, que odian lo razonable y que carecen de herramientas sociales. Sería muy fácil intuir que el poder siempre mira desde la barrera, desde La Gran Limusina Blanca que a modo de Leviatan enguye a todos por igual o quizás sería mejor pensar que las limusinas, éstas con minúsculas, no duermen, simplemente se aparcan en un garaje para que solos unos pocos, con nombres y apellidos, las disfruten. Con Cronenberg no hay certezas.
Ayer tuvimos la oportunidad de visionar Cosmópolis con algunos miembros de clubes de lectura de nuestra Biblioteca. Una vez terminada, los rostros reflejaban cansancio, desasosiego, y costó concretar algunas opiniones contradictorias, pero que, tirando de la madeja, fueron convirtiéndose en una valoración positiva. Curiosidades y logros de los clubes de lectura.
En definitiva, una película mediocre, en la zaga de las últimas del director canadiense, pero no por ello, menos interesante.
Biblioteca Insular
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