El
día y la noche. La
luz y la sombra.
Alegrías
y preocupaciones o tristezas; de todo eso construimos nuestra vida. Siempre
vamos buscando soluciones o respuestas a las incógnitas que las circunstancias
de cada día nos plantean. La adolescencia es una etapa posterior a la infancia
en la que ya no se espera de los demás la respuesta al "porqué".
Cada
adolescente se pregunta una gran cuestión: ¿Por qué todo es de una determinada
manera? ¿Para qué se hace esto o aquello de determinada forma? Se siente
diferente, original y quiere encontrar la respuesta por sí mismo/a. Algunos se
encierran en sí mismos, como Martina; otros salen fuera de sí buscando,
preguntando, observando, descubriendo,... Se paran a mirar, a escuchar, a
reflexionar sobre lo que oyen y van configurando su respuesta al "quién
soy yo", "para qué estoy aquí".
Y
nos hacemos adultos y aún no tenemos la respuesta definitiva porque pocos
llegan a conocer desde su interior quiénes son y cómo quieren que sea su vida,
y lo intentan. La mayoría nos dejamos arrastrar por el devenir sin actuar de
forma plena para dar respuesta efectiva a los deseos más profundos de nuestro
ser.
Martina
sentía un vacío interior. Necesitaba confiar, abrirse, comunicarse, escuchar,
decidir.
Los
golpes fuertes nos sacuden. Cuando ella descubre que su padre está en paro y ya
no quiere seguir luchando para conseguir un puesto de trabajo, cuando su
hermano le dice que ha tenido un accidente de tráfico y está metido en un lío.
"Ser
adulto es estar parando balones todo el rato". Ser adulto es tener
actitud.
El
adolescente aún no tiene actitud. Es en la adolescencia cuando se empieza a
aprender a tener actitud.
Martina
deseaba un lugar donde estar con otros jóvenes sin que fuera necesario hablar
sino estar, hacerse presente, ser reconocida. Esto me recuerda, en los años 70,
los clubes parroquiales. Eran eso, un lugar, un salón donde los jóvenes podían
ir, estar, hacer amigos, mirar, escuchar. No se les pedía ningún documento de
identidad sino que se tenía una actitud de acogida.
Martina
dejó de centrar su pensamiento en sí misma cuando se dio cuenta que las
personas que ella quería necesitaban su apoyo. Siempre es la solidaridad, el
amor en sus distintas maneras de expresión lo que transforma la vida de las
personas.
«Dormía y soñaba que la vida no
era más que alegría. Me desperté y vi que la vida no era más que servir… Serví
y encontré la alegría». (Rabindranath Tagore)
Cuando
los jóvenes se disponen a ser generosos, lo son sin condiciones. Tienen una
energía especial cuando se empeñan en hacer un mundo más justo, más humano, más
solidario.
Para
cada persona su proyecto, su ilusión, su aportación, es importante.
El
proyecto de Martina era muy significativo para ella y por eso pone todo su
empeño hasta conseguirlo. A otros les puede parecer una chiquillada.
¿Consiguió
lo que pretendía, los locales para jóvenes? No importa. Lo importante es que
ella se atrevió a realizar aquello que ella deseaba. Todo lo demás: los
problemas económicos de sus padres, el problema del accidente de su hermano, la
salud del atropellado, deja de estar en este escenario.
Martina
ha pasado del egocentrismo a la acción transformadora.
Fidelina Saavedra López, es maestra jubilada y miembro del Club de Lectura Liber
Deseo de ser
punk / Belén Gopegui.-- 2ª ed. en "Compactos".-- Barcelona : Anagrama,
2011.
187 p. ; 21 cm.-- (Compactos ; 550)
187 p. ; 21 cm.-- (Compactos ; 550)