Bueno, vamos allá con Sophie Duguet y su experiencia surrealista
en la ciudad de la cuna de este arte, que busca en el inconsciente para conocerse
mejor. Estamos en París aunque hay que buscar en Google.
La primera referencia es Saint Elizabeth, luego Chilly
Mazarin; ubicada en el bohemio barrio del Marais la primera, y la segunda, que
además de ser el lugar donde dice ella que ha retirado a sus
padres, lo
encontramos en sur, en el distrito de palacete, tal vez por su relativa cercanía a Versalles.
encontramos en sur, en el distrito de palacete, tal vez por su relativa cercanía a Versalles.
Tengo que decir en este momento que nada en la historia me
recuerda a la ciudad luz. Sólo una persona que conociera bien estos parajes,
sabría en dónde está ubicado. Por lo menos en el planteamiento de la historia,
luego hay pocas descripciones del entorno, que no se refieran a la atmósfera subjetiva
calificando los lugares como tristes o asfixiantes.
La lectura me colocó en un espacio parecido a lo que debe
ser un mal viaje de ácido lisérgico, incluso en el que suponemos que puede vivir
una persona que se haya presa de una paranoia o una fobia. Tal sentimiento se
inclina hacia los niños o hacia las
personas en general.
En la página veinte, -lo digo por que tome nota, cuando ella
tiró su pasado por la alcantarilla, también yo, debido a una sensación muy
parecida a a la ansiedad-, cerré el
libro y lo dejé para un mejor momento. Luego, cuando continué, mi experiencia se tradujo, en un
vano intento de ser independiente a los acontecimientos. Desasosiego sí tiene; el escritor consiguió con su cuidada
escritura, -en las que incluye cambios de punto de vista narrativo y
situaciones maníaco-depresivas-, que uno continuara leyendo lo que ocurre. Los
hechos descritos pueden situar a la historia
como género de comedia ácida. Me vi dirigida hacia el abismo con la protagonista viendo
efectivamente que “cuerpos del delito” sí teníamos. Motivos para
asesinatos no encontré, sólo supongo que
la protagonista se encontraba colocada o drogada, no sabía quién era ella sólo, lo que su
oscuro espejo reflejó.
La historia me
recordó a una película llamada Niágara (o Niágara Falls) en la que Marilyn
Monroe con Joseph Cotten, se buscaban en
un laberinto de espejos que se iban
rompiendo según se acercaban el uno al otro.
CONCLUSIÓN
Sofía aparece en
medio de un reguero de sangre pero ella se pone a buscar una partida de
nacimiento y en vista que tiene un borroso punto de vista de su autoestima sólo
vio la manera de escapar, follando (no puedo decir que haciendo el amor) a sus
obstáculos, casualmente del género contrario.
Cuando llegué a la sección de “Buscando un marido”, ya le
estaba dando la razón a Carlos Zanón en su artículo del sábado pasado, (21 de
Febrero, EL País) refiriéndose al libro de Lemaitre, EL TRAJE DE NOVIA, como “Norman
Bates del todo a cien”.
Puedo decir que el ámbito
de la novela negra en las que suelo quedarme, no precisamente por su limpieza, es
un lugar en la que los hechos son posibles, creíbles, casi reales.
Por lo tanto, la introducción de forma apresurada de textos
de periódicos, de llamadas telefónicas a última hora para llegar a una
conclusión por parte del lector acerca de por qué esa mujer se la ha pasado
matando gente, o por qué su marido la odia o cualquier otra cosa, no me
convence, acostumbrada como estoy al género policíaco como un mundo tenebroso, oscuro,
difícil pero real.
LUZ MARIA CABRALES, es escritora y guionista.
Vestido de novia / Pierre Lemaitre ; traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García
Gallego.-- 2ª ed.-- Tres Cantos, Madrid : Alfaguara, 2014. 291 p. ; 24
cm.-- (Negra)
Imagen: Leticia Dolera, del film REC